domingo, 20 de febrero de 2011

La fotografía y sus usos

Como elemento esencial de nuestra vida, y como testimonio de nuestras acciones, la fotografía tiene, desde principios del siglo XX, una infinidad de usos.

Es difícil separar el desarrollo de las actividades cotidianas y aquellas que requieren un grado complejo de planeación de lo que es la fotografía. Si nos ponemos a pensar por un momento, muchas de nuestras acciones futuras, ya sea a largo plazo o en el plazo mediato, giran en torno al uso de los archivos de imágenes que con distintos fines vamos construyendo.

Es así, que desde la ciencia hasta el arte; desde lo vital hasta lo nimio; desde lo perdurable hasta lo fugaz, en todo, prácticamente en todo, la fotografía sigue siendo nuestra gran aliada en el esfuerzo permanente por evitar que la realidad que vivimos un instante atrás se nos vaya de nuestra memoria.

La fotografía en el arte
Es bien sabido, que a finales del siglo XIX, muchos pintores de la época miraron en la fotografía un medio industrial y comercial que en nada podía compararse con el arte. Sin embargo, muchos fotógrafos reprodujeron los paisajes que antes habían servido de inspiración a los pintores.

En el siglo XX, la fotografía empieza a trazar su propio camino en el mundo del arte, con propuestas diversas, pero sobre todo, eligiendo qué reflejar de la realidad y con ello emitir un mensaje propio, con contenidos muy particulares.

En el mundo del arte actual, la fotografía no sólo sirve para la reproducción fidedigna de la realidad, sino que apoyan al arte efímero y genera discursos propios.




Una de las disciplinas con más presencia en el mundo del arte contemporáneo es la fotografía. No hay bienal, exposición colectiva o edición de premios de arte que no incluya varios artistas que utilicen este medio como su vehículo expresivo. Si en los primeros momentos de su historia se cuestionaba su pertenencia en el arte, actualmente no queda la menor duda de las aportaciones y posibilidades que brindó, ofreciendo nuevos lenguajes y distintos puntos de vista.

Como ocurre con cualquier medio, desde su aparición a mediados del siglo XIX, la fotografía ha pasado por multitud de cambios técnicos, descubrimientos que la han enriquecido, investigaciones teóricas que la han revestido de legitimidad académica.

Hasta llegar al día de hoy, en que el quehacer fotográfico no se limita a hacer ajustes técnicos y tomar la foto, sino que comprende reflexiones conceptuales y construcciones de proyectos que pueden llevar a que quien presione el obturador sea cualquiera menos el artista a cargo del proyecto. Como en el resto del arte contemporáneo, gestos, procesos, contextos son igual de importantes que las decisiones técnicas.

Actualmente diferentes artistas trabajan tanto con la imagen fotográfica per se (por sí misma), la usan para documentar sus acciones o la eligen como un pretexto para desarrollar investigaciones formales, estéticas, performáticas.

La fotografía en la publicidad
Este ha sido uno de los usos y el género fotográfico más difundido en el siglo XX. La fotografía publicitaria se ha convertido en el recurso de diseño más usado para campañas publicitarias de todo tipo, desde su utilización meramente comercial para la venta de productos o el posicionamiento de marcas, hasta su uso como vehículo de transmisión de ideas y mensajes en la propaganda.



De acuerdo con los registros de la historia, alrededor de 1920 se comenzaron a explotar las potencialidades comunicativas de la fotografía al servicio de la publicidad y la propaganda, haciendo de las imágenes una fuente de mitos y símbolos de las sociedades modernas.

El poder de la fotografía está en captar, a través de una imagen bella, cruenta o graciosa, la atención visual del espectador, logrando el efecto de impacto y shock que muy bien describe Roland Barthes en su libro Mitologías.

La imagen impresa y estática de la fotografía se ha convertido en un potente condensador de la significación y la edificación de los mitos de la sociedad moderna. No en vano se dice que el posmodernismo es el reino de la imagen y el consumo, en donde las ciudades se transforman en un todo visual de carteles y afiches comerciales que venden los más diversos productos.

La fotografía y su uso documental
La fotografía deja huellla y puede explicar prácticamente toda actividad humana. Esto lo entendieron algunos fotógrafos desde finales del siglo XIX y comenzaron a registrar y archivar imágenes que congelaban el tiempo y la acción de sucesos trascendentales en la historia de sus respectivas comunidades. Así se fue conformando un documental de la historia del mundo.



El fotógrafo británico Roger Fenton consiguió algunas de las primeras fotografías que mostraron con crudeza la guerra de Crimea al público británico. Mathew Brady, Alexander Gardner y Timothy O’Sullivan documentaron la triste realidad de la guerra de Secesión. Después de la contienda, Gardner y O’Sullivan fotografiaron el Oeste de Estados Unidos junto con Carleton E. Watkins, Eadweard Muybridge, William Henry Jackson y Edward Sheriff Curtis. Las claras y detalladas fotos de estos artistas mostraron una imagen imborrable de la naturaleza salvaje.

México se convirtió en el punto de mira de fotógrafos franceses y estadounidenses, debido a las relaciones políticas y de proximidad con sus respectivos países, y al redescubrimiento de las civilizaciones azteca y maya. El francés Désiré Charnay realizó interesantes fotografías de las ruinas mayas en 1857, además de dejar un detallado relato de sus descubrimientos arqueológicos y experiencias.

El trabajo de los fotógrafos británicos del siglo XIX encierra vistas de otros lugares y de tierras exóticas. Cubrieron distancias increíbles cargados con el pesado equipo del momento para captar escenas y personas.
En 1860, Francis Bedford fotografió el Oriente Próximo.

Su compatriota Samuel Bourne tomó unas 900 fotos del Himalaya en tres viajes realizados entre 1863 y 1866, y en 1860 Francis Frith trabajó en Egipto. Las fotos de este último sobre lugares y monumentos, muchos de los cuales están hoy destruidos o dispersos, constituyen un testimonio útil todavía para los arqueólogos.

Las fotos estereoscópicas que obtuvieron estos fotógrafos viajeros, con cámaras de doble objetivo, supusieron una forma popular de entretenimiento casero en el siglo XIX, cuando colocadas sobre un soporte especial podían verse en tres dimensiones.

Con la creación de la plancha negativa seca por Charles Bennett en 1878, el trabajo de los fotógrafos viajeros fue mucho menos arduo. En lugar de tener que revelar la plancha en el momento, aún húmeda, el fotógrafo podía guardarla y revelarla más tarde en cualquier otro lugar.

En años recientes se ha reanudado el interés por estas fotografías y han sido el tema de varias exposiciones y libros.

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